Drama

Carmen Lomana y el drama de una vida marcada por la tragedia

Carmen Lomana / Gtres
Carmen Lomana / Gtres
  • Elena Boluda
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Carmen Lomana es una de las mujeres más destacadas de la jet set nacional. Sus fiestas, sus declaraciones sin pelos en la lengua y su enfrentamiento con Ágatha Ruiz de la Prada la han llevado a copar titulares de la prensa de nuestro país. Su nombre comenzó a sonar con fuerza tras contraer matrimonio con el diseñador industrial Guillermo Capdevila en 1974, pero poco a poco se convirtió en una figura popular vinculada a la moda, la actividad empresarial y, sobre todo, al mundo del coleccionismo. Pero su vida no ha sido nada fácil.

Su último revés

Era el pasado jueves, 11 de mayo, cuando la colaboradora de televisión reaparecía en Espejo Público para contar que había tenido que pasar por quirófano a causa de un tumor. «Lo noté este verano, no le hice ni caso. Noté que tenía un bulto al ponerme los pendientes, al peinarme… Hace menos de un mes, una amiga me dijo: ‘¿tú estás loca? inmediatamente al médico’», dijo. Después de una resonancia y una punción, decidieron operar al tratarse de un tumor de parótida, uno de lo más graves y que si no se coge a tiempo puede derivar en metástasis en el cerebro. El pasado 4 de mayo pasó por quirófano en la clínica Ruber y será el próximo miércoles cuando le den los resultados. «Un tumor no tiene que llegar a crecer, pero en este caso creció hacia dentro y ese es el problema, que si hubiera estado un poco más, probablemente esto termina en un cáncer», sentenció.

Carmen Lomana en 'Espejo Público' / Antena3

Carmen Lomana en ‘Espejo Público’ / Antena3

Su maternidad fracasada

Tras la gestación subrogada de Ana Obregón que levantó tantas ampollas, Carmen Lomana volvió a contar que ella también optó por este método de reproducción asistida para convertirse en madre, pero que finalmente lo pausó por el fallecimiento de su marido. Fue hace más de 20 años cuando, después de un embarazo extrauterino, recurrió a la fecundación in vitro para cumplir uno de sus sueños. «Me tuvieron que operar de urgencia porque yo me estaba muriendo y el médico, que era bastante bestia, me cortó las dos trompas», explicó en Espejo Público.

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Cinco fueron los intentos, pero las hormonas hicieron mella en su salud y su marido le recomendó que pusiera fin al tratamiento: «La primera fue en Inglaterra porque era el primer sitio donde habían conseguido que naciera una chica por fecundación in vitro. Pasé también por París. Sufrí mucho porque te hormonas muchísimo». Fue entonces cuando recurrieron a la gestación subrogada en California, pero cuando iban a comenzar con los trámites, su marido sufrió un accidente que acabó con su vida. Entonces, decidió que no tenía fuerzas para continuar: «Yo en ese momento no me sentía capaz de tener un hijo porque yo lo quería tener con él. Mi cabeza tampoco estaba para ponerme a criar un niño. Yo no quería tener un hijo que cubriera las carencias que yo tenía en este momento, que estaba hecha polvo. Quería tener un hijo en un momento de alegría». Y así se terminó su sueño de formar una familia y experimentar la maternidad.

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La muerte de su marido

Pero el varapalo más duro al que ha tenido que hacer frente fue la pérdida del amor de su vida. Carmen y Guillermo se conocieron en un club de jazz de Londres y el 13 de diciembre de 1974 se dieron el ‘sí, quiero’ en Asturias. Se convirtieron en los perfectos compañeros de vida y su relación fue admirada por todos. 25 años después de pasar por el altar, Willy perdió la vida en un accidente automovilístico en una carretera de Pamplona: «Cuando llegué al hospital parecía que no tenía nada, sólo la cabeza vendada. El médico me dijo que era muerte cerebral. Les pedí que no lo desconectaran, por si reaccionaban, pero al día siguiente me dijeron que había que dejarlo ir. Él era una persona tremendamente generosa y decidí que donara sus órganos», contó en Chester. La socialite vivió un duelo muy duro y cargado de dolor, tanto que incluso llegó a plantearse internarse en un convento: «Pensé en meterme a monja, pero la superiora me dijo que no tenía vocación».

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